Domingo, 12 de Junio de 2011.
07:10h ZULU, Entrada del sendero Punta del Boquerón.
Parque Natural Bahía de Cádiz.
Ese fue el momento en el que llegaba al lugar de encuentro para la jornada de muestreo del cangrejo violinista (Uca tangeri). A la cabeza los puntuales Manuel Azcárate, su padre (como invitado), Ana González y a la cola, José A. Gómez que llegó algo dormido pero con muchas ganas de comenzar el día respirando aire puro.
07:10h ZULU, Entrada del sendero Punta del Boquerón.
Parque Natural Bahía de Cádiz.
Ese fue el momento en el que llegaba al lugar de encuentro para la jornada de muestreo del cangrejo violinista (Uca tangeri). A la cabeza los puntuales Manuel Azcárate, su padre (como invitado), Ana González y a la cola, José A. Gómez que llegó algo dormido pero con muchas ganas de comenzar el día respirando aire puro.
Listos y dispuestos a comenzar nuestra rutilla para llegar al lugar previsto de muestreo, comenzamos a recorrer el sendero Punta de Boquerón, en San Fernando. A la izquierda el amanecer bañando la marisma de un cálido y sereno color. A nuestra derecha el cordón dunar y detrás, el mar en calma mañanera.
El sendero de muy fácil acceso, parcheaba tarima de madera con caminos de tierra y zonas de arena densa. El día era claro, soleado y anunciaba calor. Por el camino nos entretuvimos nombrando alguna que otra planta, leyendo algún que otro panel informativo, escuchando el canto de los pajarillos y sorprendidos cada 50 m por los conejos que cruzaban de un lado a otro, quien sabe si afectados o no por la mixomatosis. Lo mejor fue cuando vi un pájaro con un volar peculiar. Se había posado a 10m de nosotros y parecía no asustarse de nuestra presencia; paré al grupo, pedí unos prismáticos para verlo con claridad, y ahí estaba, un mochuelo europeo (Athene noctura), qué bonito, el primero que veo en vivo y en directo.
Contentos por lo que habíamos visto gracias a nuestro madrugón, llegamos a nuestra zona de muestreo cerca de las 08:15am, tras haber recorrido 2 km y medio y pasar por la fortificación de la batería Urrutia, construida en el siglo XVII y actualmente en ruinas. Los mariscadores recorrían la costa con cubos de colores, como si de un concurso se tratase y sin entretenerse en arrancar la pinza “boca”, iban sorteando el destino de los cangrejos. Al fondo les esperaba una barquita ansiosa por salir de pesca.
José localizó con el GPS las coordenadas de las parcelas previstas para el muestreo del cangrejo violinista, ubicada más o menos en frente del puerto deportivo de Sancti Petri, justo en la salida del caño. Nosotros, los voluntarios “novatillos”, creímos que sería relativamente fácil con la bajamar, localizar los cangrejos a simple vista o con los prismáticos, ya que previamente los habíamos visto corretear huyendo de las pisadas de los mariscadores, pero nuestro asombro fue cuando empezamos a muestrear la zona limitada. No había ni uno, bueno, miento, Ana fue la qué más localizó, su recuento era como de 7-8 no recuerdo bien, pero ni Manuel, ni su padre ni yo tuvimos la oportunidad de contar ni uno, por lo menos en ese primer tramo de 100m. La cosa cambió un pelín en la tercera parcela, que por suerte vimos a los cangrejos saludarnos con su pinza blanca y grande, menos mal, nos quedamos aliviados. O fue coincidencia o realmente esa zona en concreto es algo más sensible que otras para localizar cangrejos.
El muestreo consistía en hacer una media del recuento que cada uno hacía por parcela, pero también dedicamos un tiempo a determinar qué aspectos de la hoja de registro de toma de datos requería de una mejora. Salieron ideas como detectar los rastros de presencia de cangrejo violinista, recuento representativo de madrigueras, condiciones meteorológicas, hora de inicio y fin del muestreo, dispersión o no de los grupos localizados, paseantes-bañistas, número de mariscadores, práctica del mariscador, etc…
El caminito de vuelta lo hicimos por la playa de Camposoto, dejando el Castillo de Sancti Petri a nuestra izquierda.
La idea de tomar ese trayecto fue para aprovechar posibles varamientos de medusa para su muestreo. Caminando, caminando, se nos fue olvidando el objetivo de ir por la costa, hasta que Manuel paró en seco, « ¡Alto! », un poco más y la piso, me fue de un paso. Era enorme, unos 60 cm de diámetro que resultó ser una Aguamala (Rhizostoma pulmo), de color transparente un tanto azulada, le hicimos fotos, la medimos, anotamos los datos, etc. Fue como sentirse parte de un grupo de investigación, los caminantes se paraban y hacían algún que otro comentario. Una mujer viendo que íbamos con nuestras camisetas de voluntarios, nos informó que a 1 km en la misma playa, había visto otra mucho más grande que la que teníamos a nuestros pies. Lo reflejamos en las observaciones de la ficha.
Fue una experiencia muy enriquecedora de la que creo que todos nos sentimos muy satisfechos por haber completado nuestro cometido. Mereció la pena, ya lo creo, y animo al resto de voluntarios que se apunten en la próxima, siempre habrá nuevas aventuras que vivir.
Texto y varias fotos: Ainhoa Cobos, voluntaria de la Red Litoral.
Enriquecedor.gente como vosotros es la que tenia que abundar en este planeta!!
ResponderEliminarSaludos camperos.